domingo, 23 de diciembre de 2012

¡Teatro a escena! Esperando a Godot - Samuel Beckett


El teatro está claramente concebido para ser representado. En algunas ocasiones nos acercamos a las obras teatrales a través de su representación, sin conocimiento previo de su texto, pero en otras nos sentamos en las butacas habiendo leído todas las líneas de los personajes y, entonces, cuando se conoce previamente la trama, nos fijamos en una serie de detalles que de otro modo pasarían inadvertidos. 

Con esta pequeña introducción quiero comenzar esta entrada que es en realidad una reseña en una doble vertiente: literaria y escénica. Os presento “Esperando a Godot” de Samuel Beckett y os comentaré mis impresiones de su puesta en escena por la compañía Excéntrica Producciones. 

La obra 
Es un poco difícil hacer un resumen de esta obra.  

Didi y Gogo, dos vagabundos, esperan a Godot, personaje del que incluso ignoran su apariencia física. Esta espera se convierte en su objetivo, parecen volcar en Godot todas sus esperanzas para encontrar un sentido a sus vidas. Entretanto, intentan pasar el rato como pueden con discursos absurdos y sin sentido. Con la llegada de Pozzo y Lucky, dueño y esclavo, la espera parece amenizarse. Finalmente la llegada de un mozo, que les anuncia que Godot no vendrá ese día, todo parece cerrarse en un círculo vicioso infinito.  

Así contada parece que no tiene mucho sentido, y es que los hechos en sí no lo tienen. No en vano nos encontramos ante uno de los grandes ejemplos del teatro del absurdo. Ahora bien, esta obra encierra un profundo significado. No podemos olvidar que fue estrenada en París en 1953, en un momento histórico muy particular tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los ánimos estaban por los suelos y existía un clima total de desconfianza: en el futuro, en los demás. Tras las consecuencias de una guerra tan dura la gente se sentía muy desubicada y creo que es precisamente eso lo que queda plasmado perfectamente en la obra.

Por eso, si os animáis a leerla, probablemente os quedéis completamente desconcertados. Y es que es desconcertante. No sabes muy bien por dónde cogerla. Los diálogos son absurdos en su mayoría, sin sentido aparente. Parece que la acción no va a ninguna parte. Pero me he dado cuenta ahora de que es una obra de muy lenta asimilación. Al terminarla, no le encontraba sentido, pero conforme la iba “rumiando” y ha ido pasando el tiempo me parece cada vez mejor y más profunda. A mi gusto refleja muy bien la desazón interna de los personajes, lo perdidos que se encuentran; incapaces de tomar las riendas de su vida y confiados en que un desconocido ajeno a ellos les dé un sentido a su existencias.

Dicen que Beckett comentó poco después de recibir el premio Nobel que Esperando a Godot era una obra “horriblemente cómica”. Yo tengo que reconocer que, para mí, es una obra "tremendamente amarga". 
VLADIMIR: ¿Qué? ¿Nos vamos?
ESTRAGÓN: Vamos
(No se mueven)


Su representación
Después de lo desorientada que me dejó su lectura en un primer momento estaba deseando verla representada. Tuve la suerte de darme cuenta de que estaba en cartel en mi ciudad poco tiempo después, así que me falto tiempo para sacar las entradas :). 

La representación corría a cargo de Excéntrica Producciones (tengo que reconocer que no conocía la compañía previamente). Lo primero que me llamó la atención fue la estética elegida, como de un circo decadente. Evidentemente esto supone una interpretación libre de la obra en cuanto que la única descripción inicial del escenario que hace Beckett es:
Camino en el campo, con árbol.
Anochecer

Me pareció muy original e interesante. El escenario estaba lleno de banderines, confeti, peanas de domador, pero en un estado de dejadez o abandono. Nunca se me habría ocurrido plasmar así la obra pero me parece muy apropiado, en consonancia con el propósito del autor (recordemos que para él era horriblemente cómica) y con el tono descorazonador de la obra. El vestuario evidentemente estaba en consonancia con el escenario: trajes ajados, llenos de polvo. El único elemento que no fue de mi agrado era el árbol, en exceso raquítico. Entiendo que era sólo conceptual  pero para ser el único objeto definidor de la escena debería haber tenido un lugar más representativo. 

Es una obra con muy pocos personajes, tan sólo cinco. Didi y Gogo se pueden considerar los protagonistas, si estuviéramos valorando una obra más convencional. Me gustó cómo los actores supieron reflejar la especial relación entre ellos: el tono resabiadillo, pero al mismo tiempo protector de Didi y la ingenuidad de Gogo. Compañeros por accidente, o por necesidad, en esta infinita e infructuosa espera. Me gustó particularmente Pozzo. Su personaje puede parecer desagradecido, pero a mi gusto supo presentarlo muy bien como domador, elección a mi gusto estupenda, ideal para llevar a escena al personaje. 

Una de las cosas más llamativas del teatro es comprobar las diferentes perspectivas de los que nos sentamos en el patio de butacas. Durante el famoso parlamento de Lucky, tras el -¡Piensa, cerdo! de Pozzo, se escucharon bastantes carcajadas. Tengo que reconocer que para mí es de las escenas más tristes de la obra. La escena de los sombreros  también pareció gustar bastante, pero a mí me resultó deslucida, yo me la imaginaba más alocada y larga.

Me encantaría destacar la incorporación de la música en directo a escena, todo un acierto. Es esencial para crear el ambiente circense, no solamente por las melodías, sino también por los efectos sonoros que incluían bastante simpáticos. 

Creo que la obra quedó perfectamente plasmada en esta representación. Me pareció muy original su puesta en escena. Creo que merece la pena, de modo que si tenéis ocasión de verla os la recomiendo. 

He encontrado este vídeo en internet de la obra en la representación de esta compañía en la que se ven perfectamente muchos de los elementos que he comentado. 





Samuel Beckett (Dublín, 1906-París, 1989) estudió en la Portora Royal School y el Trinity College de su ciudad natal, y posteriormente fue profesor de la École Normale Supérieure de París. En esta ciudad conoció a James Joyce, al que consideró maestro y amigo. Participó en la Resistencia francesa durante la segunda guerra mundial y en 1945 se instaló definitivamente en Francia, donde escribió toda su obra. En 1969 recibió el Premio Nobel de Literatura.



Yo he leído
Título: Esperando a Godot
Autor: Samuel Beckett
Traductora: Ana María Moix
Editorial: Tusquets (colección Fábula)
Edición: Decimocuarta, noviembre 2009
Número de páginas: 127

martes, 18 de diciembre de 2012

La cena - Herman Koch



La lectura de “La cena” ha sido para mí una de las más destacadas de este año. No porque haya sido una de mis favoritas, que, de hecho, no lo es y no la pienso incluir en mis preferidas de este año; sino porque ha sido uno de los libros que más me han hecho reflexionar. Podría decir que su lectura me ha “escandalizado” o “provocado”, no sé muy bien cómo expresarme. Los planteamientos expuestos chocan de una manera tan radical con mis principios y mi modo de concebir las cosas que en ciertos momentos me “violentaba”. En cualquier caso, esto es uno de los enriquecimientos que aportan los libros: puntos de vista completamente opuestos al tuyo, de manera que te dan la posibilidad de cambiar de opinión o afianzarte en la tuya propia. En este caso con esta novela me he reafirmado en mis propios valores.

La novela está estructurada en los diferentes momentos de una cena formal con capítulos en cada uno de ellos (aperitivos, entrantes, segundo, postres, digestivo y propina). Es un modo curioso de compartimentar la acción, de justificar el título, pero vamos, en principio nada se pierde a mi parecer si se prescinde de esta estructura.

La historia es narrada por Paul, quien en un primer momento se nos muestra como un hombre sencillo, hastiado ante la perspectiva de tener que compartir una cena de estas características. Estas cenas tan “estiradas” le parecen ridículas y prefiere otras alternativas más populares. Sus comentarios acerca del precio de los platos y sobre el comportamiento del maître no pueden menos que hacernos escapar una sonrisa.

Lo que más llamaba la atención del plato de Claire era el vacío inconmensurable. Ya sé que en los restaurantes selectos se prima la calidad sobre la cantidad pero hay vacíos y vacíos. Allí el vacío, la parte del plato en que no había nada de comida, rozaba la paradoja.

En el restaurante, acompañado de su mujer Claire, va a encontrarse con su hermano Serge, político de la oposición holandesa con muchas posibilidades en las siguientes elecciones, y su mujer Babette. Durante los primeros platos no hablan de nada interesante, como la mayoría de las conversaciones reales comiezan con temas banales. Hacen referencia a  algunas películas (mencionan la última de Woody Allen con Scarlett Johansson como protagonista) y destripan alguna otra como “Adivina quién viene a cenar". En un momento determinado Babette abandona la mesa y es seguida por Claire. Es justo entonces cuando se nos descubre el verdadero motivo de esa cena. Michel y Rick (los hijos de las parejas) han cometido un acto atroz. Los padres se han reunido para decidir qué deben hacer.

La historia en sí es bastante dura, pero todavía más los pensamientos plasmados en ella. Los padres no se cuestionan la maldad de sus hijos, lo horrible del hecho cometido. Quieren que sus vidas sigan adelante sin ningún tipo de consecuencias, lo que a mi modo de ver no hace sino generar monstruos.

- Serge, sé realista. No ha pasado nada. Nadie ha sido detenido. Ni siquiera tienen sospechosos. Sólo nosotros sabemos lo que sucedió. Sencillamente es demasiado poco para sacrificar el futuro de nuestros hijos de quince años. 

Los personajes sufren una evolución muy interesante. Paul y su mujer Claire se nos presentan en un primer momento como una pareja cercana y agradable, hartos de vivir a la sombra de Serge el ambicioso hermano de Paul. Serge aparece inicialmente como un político ambicioso, que trata de resolver su reputación a toda costa. Esta primera impresión es sólo consecuencia de la redacción en primera persona por Paul. A lo largo de la novela vamos descubriendo a través de los hechos que los buenos no son tan buenos, y que los que parecían malos resultan ser los únicos razonables.

Tengo que reconocer que el escritor me ha parecido un poco cobarde, porque no se ha atrevido a desarrollar su tesis hasta el final, a hablar de la maldad porque sí, sino que trata de justificar, al menos, el comportamiento de Michel (en el que realmente se centra al estar narrada la historia por su padre). A través de una serie de flashbacks se nos muestran diversos momentos de violencia en la vida de Paul. Él sufre algún tipo de trastorno social, por el que se ve obligado a dejar su trabajo, y se deja entender que Michel también lo sufre. El autor no se atrevió a hablar de que la maldad puede surgir en cualquier clase de familia, hasta en las más normalizadas (de hecho, en una entrevista dijo que la enfermedad de Paul se le ocurrió más tarde). Es un modo de que los lectores se relajen Ah! Esto no me puede ocurrir a mí, estas cosas sólo pasan en las familias de tarados (a lo que abunda el comportamiento de Claire, la madre, que tampoco es muy normal). No sé, puestos a provocar hazlo bien, con seriedad, no te justifiques con excusas genéticas o sociológicas. Sobre todo teniendo en cuenta que el hecho real que inspiró esta novela (ocurrido en Barcelona hace algunos años) no cuenta con estos antecedentes. Es decir, estas cosas pasan hasta en las mejores familias.

En la novela se tratan de refilón muchísimos temas muy polémicos, como el aborto. El trastorno de Paul, y presumiblemente de Michel, es detectable mediante amniocentesis (desconozco si este tipo de enfermedad es detectable de este modo y tan temprano, pero bueno). Paul dice en un momento que menos mal que esa prueba no existía cuando su madre se quedó embarazada, porque de lo contrario puede que él no estuviera vivo. Otro de los temas mencionados es el racismo y las consecuencias de las adopciones internacionales. Ello sale a colación de Faso, hermano de Rick, y con un papel muy importante al final de la novela.  Se habla también de la pena de muerte, a raíz de un trabajo que hace Michel, en el que manifiesta unas opiniones bastante extremas.

Una cuestión que me ha planteado la novela es la relativa erradicación de la culpa mediante el castigo (lectura obligada del gran Dostoievsky con su “Crimen y Castigo” en este aspecto). Rick ya no es el mismo y algo parecido le ocurre a Michel. ¿No necesitarán ellos una consecuencia, un castigo que les libre del sentimiento de culpa? Al no enfrentarles a sus actos sus padres les hacen un flaco favor.

Precisamente para mí el tema central es el amor paterno-filial. ¿Hasta dónde llega, o debe llegar? ¿Debe cubrirse cualquier hecho de un hijo a pesar de ser atroz? Nuestro ordenamiento jurídico dispensa a los padres de la obligación de denunciar a sus hijos cuando tengan conocimiento de que han cometido un acto delictivo, pero ¿es esto realmente siempre lo mejor para ellos? 

Una novela, por lo tanto, con planteamientos muy interesantes; aunque, a mi gusto, el autor no haya sabido aprovechar la oportunidad de desenvolverlas completamente, quitándole con esas "medias tintas" bastante peso al libro. En cualquier caso, merece la pena su lectura, sobre todo para plantearnos: ¿Qué habría hecho yo?







Herman Koch (Arnhem, 1953) es en la actualidad uno de los escritores más destacados de los Países Bajos. Ampliamente conocido por sus libros, sus columnas periodísticas y su trabajo de actor en televisión, Koch debutó en 1985 con la colección de relatos De voorbijganger. El salto a la fama llegó con La cena (Salamandra, 2010), sorpresa editorial del año 2009 en Holanda, escogido Libro del Año y galardonado con el Premio del Público. (Extraído de www.salamandra.info)







Yo he leído:
Título: La cena
Autor: Herman Koch
Traductor: Marta Arguilé Bernal
Editorial: Salamandra (colección Letras de bolsillo)
Edición: Primera, enero 2012
Número de páginas: 284

lunes, 17 de diciembre de 2012

Retos 2013: Reto Paul Auster

Soy toda una novata en esto de los blogs, pero los sigo desde hace mucho tiempo. Una de las cosas que más me gustaban eran los retos. Muchos de ellos los hacía yo por mi cuenta (ya haré una entradita más adelante para contaros qué tal me ha ido), pero la verdad es que me hubiera gustado participar en ellos más apropiadamente.

Ya están empezando a salir retos para este año que entra y voy a empezar a apuntarme a alguno de ellos. No sabéis que ilusión me hace :)



El primero de ellos va a ser el "Reto Paul Auster" que organiza Meg en el blog Cazando estrellas. Consiste en leer uno de sus libros o ver una de sus adaptaciones cinematográficas (como director, guionista o incluso una adaptación) durante el año 2013. Organiza incluso un sorteo entre aquellos que se apunten antes del 3 de febrero (fecha de cumpleaños de Paul Auster). Es muy difícil no animarse.

Parece bastante asequible y teniendo en cuenta que Paul Auster es uno de mis autores pendientes no dudo en apuntarme. Tengo dos libros suyos "haciéndome ojitos" desde la estantería, así que incluso tengo ya el material a disposición.

¡Mi primer reto! A ver cómo me va. Muchísimas gracias a Meg por organizar esta iniciativa.

En esta entrada enlazaré la (o las) reseña(s) conforme las vaya haciendo

viernes, 14 de diciembre de 2012

Que empiece la fiesta - Nicolò Ammaniti



“Que empiece la fiesta” es probablemente la novela más surrealista que he leído nunca. Ahora que me siento para pensar en ella y contaros qué me ha parecido  me da la risa porque ni siquiera sé cómo empezar a hablaros de ella. 

Voy a intentar daros unas pinceladas de la trama. En ella encontramos tres líneas narrativas distintas que acaban uniéndose. Por un lado tenemos al conocido escritor Fabrizio Ciba, todo un casanova, que sin embargo no pasa por el mejor momento con su editorial. También conocemos a Saverio Moneta “Mantos”, líder de una secta satánica de pacotilla, las Bestias de Abadón, ansiosa de dar el gran golpe.  Y finalmente aparece el rico constructor Sasà Chiatti dispuesto a organizar la fiesta más fastuosa jamás conocida en Roma. Estos tres elementos se unen para dar lugar a una historia rocambolesca.

Merece la pena hablar un poco de la fiesta. Con ella el constructor pretende hacer historia. Para ello ha comprado Villa Ada, uno de los jardines más emblemáticos de Roma, que ha ambientado de modo que pueda realizarse un safari. Además hay un gran banquete organizado y la velada acabará siendo amenizada por una de las estrellas musicales del  momento Larita. Toda la “crème de la crème” de la sociedad romana está invitada: futbolistas, modelos, políticos y por supuesto el escritor de moda Fabrizio Ciba. Todos los invitados son distribuidos en tres grupos, cada uno de ellos disfrutará de una experiencia de safari distinta. Cuando digo safari me refiero a safari en el sentido clásico del término (salvo que no se encuentran en África, claro ésta). El parque está lleno de animales salvajes que los invitados podrán cazar, claro que eso también es muy peligroso…
Por lo que os he contado hasta ahora quizá no hayáis imaginado como ubicar a la secta satánica en todo esto. Las Bestias de Abadón se infiltran como trabajadores en la gran fiesta con el objeto de dar un gran golpe para “hacerse grandes”, salir de anonimato. 

Os podréis imaginar que la fiesta no sale según lo esperado, claro :)

Todos estos elementos acaban “sazonándose” con muchos otros que dan a la novela este toque tan peculiar: espadas Durandarte, ropa Ralph Lauren, exquisiteces gastronómicas, un enclave maravilloso, rusos exiliados…

Una foto de Villa Ada
En cuanto a los personajes, tengo que reconocer que el que más me ha llamado la atención es Mantos, el líder de la secta satánica. Salvo un momento con su mujer a mi gusto prescindible, el personaje no tiene desperdicio. Es, y siento el término, un “desgraciado” ninguneado por su esposa, humillado por su jefe, que también es su suegro y con unos aires de grandeza que trata de satisfacer con su secta, compuesta sólo por cuatro miembros. Aunque acaba por mostrar una evolución muy interesante. 

Sin embargo, el escritor no me ha gustado tanto. Reconozco que era imprescindible tener el punto de vista de uno de los invitados en el safari, sin embargo, como personaje no me ha llamado la atención. Ahora, tengo que reconocer que es, a mi gusto, el personaje más italiano de la novela. 

El estilo que emplea el autor es muy rápido y fresco. Las hojas pasan volando. Los diálogos son muy coloquiales y reales, sin dudar en emplear palabras malsonantes, con muchas frases muy cortas e inacabadas. Es bastante adictiva

¿Qué decir para terminar? Que esta novela es como una superproducción de Hollywood, tiene de todo, así deja a todo el mundo contento. Encontramos humor , amor, acción e incluso me atrevería a decir que algunos retazos de terror porque algunas escenas son bastante fuertes. También parece evidente que encierra una irónica crítica social.

He pasado un rato muy divertido con ella, así que se la recomiendo a todo aquel que quiera sonreír un poco y evadirse de la realidad, siempre que esté dispuesto a enfrentarse a ella con la mente muy abierta. 




Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) es la una de las grandes figuras literarias italianas de su generación, alabado por la crítica, galardonado con el Strega y el Viareggio, los premios más prestigiosos, con incontables lectores y traducido a 44 lenguas. Entre sus novelas destacan Te llevaré conmigo, No tengo miedo y Tú y yo (Contraportada del libro)



Yo he leído:
Titulo: Que empiece la fiesta
Autor: Niccolò Ammaniti
Traductor: Juan Manuel Salmerón
Editorial: Anagrama (colección Compactos)
Edición: Primera, mayo 2012
Número de páginas: 328